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El miedo no es zonzo, es una emoción.

La mención de la palabra emoción suele traer a la mente una de las seis emociones llamadas primarias o universales: felicidad, tristeza, miedo, cólera, sorpresa o disgusto.
Simplifica el problema pensar en las emociones primarias pero es importante darse cuenta de que hay otros numerosos comportamientos a los que se ha etiquetado como «emociones». Son las llamadas emociones secundarias o sociales, como la turbación, los celos, la culpa, el orgullo, o las llamadas emociones de fondo, como el bienestar o el malestar, la calma o la tensión. También se ha aplicado la etiqueta de emoción a los impulsos y a las motivaciones y a los estados de dolor y placer.

La función biológica de las emociones es doble. La primera función es la producción de una reacción específica ante la situación inductora. En un animal, por ejemplo, la reacción puede ser salir corriendo o quedarse inmóvil o pelear con el enemigo o integrarse en una conducta placentera. En los humanos, las reacciones son básicamente las mismas, suponiendo que están moderadas por la sabiduría y una razón mayor (estos dos últimos estarían hoy en discusión si uno mira las noticias, frecuentemente por una discusión banal se termina con un muerto).

La segunda función biológica de la emoción es la regulación del estado interno del organismo de tal manera que pueda estar preparado para esa reacción concreta. Por ejemplo, proporcionando un flujo mayor de sangre a las arterias de las piernas de tal modo que los músculos reciban oxígeno y glucosa extra, en caso de tener la reacción de correr, o un cambio en los ritmos cardíaco y respiratorio en el caso de quedarse inmóvil. En cualquier caso, y en otras situaciones, el plan biológico proporcionado es excelente y la ejecución muy fiable.

Resumiendo: para determinadas clases de estímulos claramente peligrosos o claramente valiosos, en el medio interno o externo, la evolución ha compuesto una respuesta apropiada en forma de emoción. Ésa es la razón de que, a pesar del infinito número de variaciones que se encuentran en las diversas culturas, en los individuos y a lo largo de una vida, podamos predecir con algún grado de acierto que determinados estímulos producirán determinadas emociones.

La estructura conocida como amígdala, que se encuentra en las profundidades de cada lóbulo temporal, es indispensable para el reconocimiento del miedo en las expresiones faciales, para estar condicionado ante el miedo e incluso para expresar miedo. La amígdala es necesaria para el condicionamiento por miedo. Sin embargo, la amígdala presenta poco interés en el reconocimiento o en el aprendizaje de los disgustos o la felicidad. Lo importante es que hay otras estructuras igual de específicas que se interesan por otras emociones y no precisamente por el miedo.

La amígdala: sus núcleos neuronales poseen una representación disposicional que gatilla la acción de un estado corporal característico de la emoción-miedo, y altera el procesamiento cognitivo para adecuarlo al estado de temor y esto afecta al piloto en una situación inesperada.

Hay mucho en el cielo para elevar el nivel de estrés de un piloto. Los estresores físicos, fisiológicos y psicológicos por igual pueden causar ansiedad, comprometer nuestras capacidades físicas y mentales e inducir miedo. Por mencionar algunos, el estrés físico puede ser una cabina muy fría o calurosa, un alto nivel de ruido o fuertes turbulencias. Unas pocas horas en una cabina esforzándote por encontrar puntos de referencia en tierra con niebla, pueden quitarle la tranquilidad a cualquier piloto, dejándolo menos concentrado y sin preparación para lidiar con circunstancias inusuales.

Cuando me senté en mi notebook para abordar el concepto de miedo se me ocurrió que mi visión del miedo se basa frecuentemente en mi percepción del riesgo.

¿Cómo se racionaliza el miedo y el riesgo?

Desarrollamos fetiches de que algunos aviones (o personas) son indestructibles, que podés despegar en campo corto, aterrizar en campo corto, aterrizar en un terreno no preparado, en nieve y con barro, volar alrededor de montañas de manera segura, hacer un rasante para los amigos, aterrizar en la pista con viento extremo cruzado… lo que sea. En retrospectiva, algunos no pueden aceptar que el avión puede estrellarse con uno adentro de el. Esta es una buena manera de evitar pensar en la muerte.

No toma mucho tiempo darse cuenta de que el miedo genérico si es zonzo, por ejemplo: la mayoría de la gente tiene más miedo de volar que de manejar automóviles, aunque una estimación racional de los riesgos demuestra que es mucho más probable sobrevivir un vuelo entre dos ciudades que un viaje en coche entre las mismas. La diferencia favorece al viaje en avión por una diferencia muy amplia. Y aun así, la mayoría se siente más segura en automóvil. El razonamiento defectuoso deriva del llamado «error de disponibilidad» que consiste en permitir que la imagen de una catástrofe aérea -con todo su contenido dramático- domine el paisaje de nuestro razonamiento y engendre un sesgo negativo contra la opción correcta: volar. Es decir, el miedo sin justificación, en vez de usarlo donde podría haber sido útil: Sentir el miedo a volar hacia un alambrado al final de la pista muy corta antes de volar hacia el alambrado. El miedo es una herramienta para impulsar la prevención; no hace nada cuando alguien está nervioso y asustado tratando de volar un avión, ya que la mente castiga al piloto que él o ella “no debería estar en esta situación”, cuando lo más apremiante es salir de esa situación.

A medida que aumentan las horas de vuelo, también aumenta la experiencia y mejora la toma de decisiones, lo que reduce el riesgo. Sin embargo, cada hora de vuelo es otra hora en la que algo podría salir mal, ya sea mecánicamente o en otro contexto, y es bueno preguntarse dónde se equilibrarán estas fuerzas enfrentadas.

Como bien sabemos el riesgo está siempre presente, mientras que el miedo es nuestra respuesta a él, y los dos seguirán estando: riesgo y miedo. El que crea que domina el miedo piensa erroneamente que puede modificar a gusto complejas interacciones químicas de su cuerpo. Como decía mi mamá y da título a esta nota «el miedo no es zonzo». El miedo puede ser tu aliado o tu enemigo, todo depende de cuánto lo entiendas y si te controla o si lo tenes bajo control. Pero está ahí, quieras o no. En este artículo hay herramientas para que lo tengamos bajo control. Esto significa que el miedo es útil, nos alerta y permite que podamos defendernos de una amenaza, un peligro. El miedo es la reacción natural a lo que percibimos como peligros reales, pero a menudo la amenaza es solo imaginaria o, al menos exagerada, un ejemplo habitual es ver una película de terror o suspenso. Nos asustamos aunque está pasando en una pantalla. Ya sea que una amenaza sea real o imaginaria, el grado de nuestro miedo determina nuestra capacidad para hacerle frente.

Miedo y riesgo – la mecánica del pánico

Si bien una falla mecánica puede parecer un «acto de Dios», es en realidad el resultado de la suma de las decisiones de mantenimiento tomadas durante la vida útil del avión, mezcladas con una probabilidad incontrolable. El miedo apropiado, que previene la estupidez, reduce el riesgo. El exceso de miedo, que envuelve la mente de un piloto asustado, aumenta el riesgo.

Individualmente, muchos factores estresantes parecen insignificantes. Pero, al igual que la nieve que cae, cuando se acumulan suficientes factores estresantes durante un vuelo, la presión se acumula y es posible que perdamos la capacidad de enfrentarlos con relativo éxito.

Cuando se juntan suficientes factores físicos, fisiológicos y psicológicos, el estrés combinado puede causar pánico. Conocido como el «ciclo psicorespiratorio», el pánico comienza cuando la respiración y el ritmo cardíaco de un piloto aumentan en una respuesta fisiológica a una situación estresante. El aumento de la respiración y el ritmo cardíaco causan ansiedad y se combinan con el factor estresante original para alimentar un círculo vicioso. El aumento de la respiración provoca una acumulación de dióxido de carbono, lo que lleva a la hiperventilación. El resultado es una sensación de asfixia y pérdida de control, el ingrediente psicológico clave para el pánico.

Una vez que sentimos que ya no podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, el miedo se convierte fácilmente en pánico, lo que nos lleva a tomar decisiones precipitadas. Incluso las fallas menores pueden escalar a situaciones más serias si no podemos hacer frente al estrés que nos provoca la situación.

¿Quien tiene miedo?

Los pilotos tendemos a tener la cabeza fría, pero hay una amplia variación entre nosotros. Un desafío diario para un piloto, como fuertes vientos cruzados o volar en IMC, puede ser suficiente para provocar miedo en alguno o pánico en otro. Pero, ¿con qué frecuencia el miedo y el pánico juegan un papel en los accidentes?

Poco se ha publicado sobre el pánico en los pilotos, pero hace algunos años se realizaron estudios que examinaron rasgos como la ansiedad, la búsqueda de emociones fuertes, la edad y la experiencia como predictores de accidentes entre los buceadores. Al igual que los pilotos, los buzos reciben capacitación y operan en un entorno antinatural. Los estudios encontraron que entre los buzos masculinos, los buzos mayores y aquellos con más experiencia en el agua tienen menos probabilidades de tener accidentes. Quizás lo mismo se aplica a los pilotos a medida que adquieren experiencia y la comprensión que se obtiene con el paso de los años.

La investigación preliminar sugiere que el pánico puede desempeñar un papel contribuyente en la mitad de los accidentes de buceo. Los datos de accidentes de aviación hacen poco para arrojar luz sobre el tema, pero los informes parecen confirmar que nuestra capacidad para hacer frente al miedo y prevenir la aparición del pánico juega un papel importante en nuestra seguridad en el cielo.

Mantener el control

En cualquier momento, cada uno de nosotros enfrentará cierto grado de miedo. El truco consiste en controlarlo, mantener una sensación de control sobre la situación y evitar las trampas del pánico. Si mantenemos el control de nuestros procesos de pensamiento, tenemos muchas más posibilidades de mantener el control sobre la aeronave y enfrentar con éxito los desafíos que tenemos por delante. Todos utilizamos varias estrategias para afrontar con éxito el estrés y el miedo en la vida cotidiana. Estos incluyen meditación y varias terapias de relajación. Desafortunadamente, tales estrategias no se prestan fácilmente para hacerlas mientra volamos. Aún así, existen pasos sencillos para lidiar con el estrés y los pilotos pueden encontrarlos útiles.

Mitigar el miedo

  • Rompe tu miedo en las partes más pequeñas posibles y mitígalas individualmente.
  • La experiencia marca la diferencia
    • Una experiencia más variada mejorará tus habilidades como piloto. Volar sobre diferentes tipos de terreno te enseñará muchas cosas. Las consideraciones climáticas, de despegue y aterrizaje, e incluso el rendimiento del motor, pueden variar significativamente según el lugar al que vueles.
  • Usar la tecnología disponible
    • Todo tipo de tecnología disponible para hacer mi navegación más segura. Sin perder de vista que debo estar capacitado para seuir volando si la tecnología falla.
  • Entrenar, entrenar, entrenar y seguir entrenando
    • El miedo puede estar advirtiéndote que tienes trabajo que hacer contigo mismo. La formación adecuada se reduce, en última instancia, a nuestra capacidad para manejar cualquier situación que se nos presente. Para un piloto de aviación general que trabaje arduamente para desarrollar sus habilidades, la confianza es clave. La vida lo pondrá a prueba, y es mejor que practique con su instructor de vuelo. Entrená regularmente falla de motor, aterrizaje de emergencia, humo en la cabina y la falla eléctrica. Persiguiendo las cosas que más te asustan es donde encontrarás tu crecimiento personal. No lo hagas en un vuelo solo, siempre con un instructor. La experiencia y el conocimiento ayudan a generar confianza, y esta es la piedra angular de un programa para reducir el estrés y el miedo. Es nuestro entrenamiento en emergencias lo que finalmente nos ayudará a salir adelante cuando las cosas se pongan difíciles.
  • Silencia tu mente
    • Controlar los pensamientos negativos, contraproducentes y que provocan ansiedad; reconocer el miedo; y «prepararse mentalmente» para desempeñarse bien. Los pensamientos negativos rara vez ayudan a resolver un problema. En lugar de centrarnos en las perspectivas negativas de un problema, es mejor que nos centremos en el resultado deseado y tomemos las medidas necesarias para lograr el éxito. Ahí es donde entra en juego el CRM. Hacer un balance de nuestros recursos y aplicarlos al problema aumenta en gran medida nuestras posibilidades de un resultado exitoso.
  • Límites personales
    • La importancia de conocer los límites personales. A medida que superamos los límites de nuestra zona de confort, limitamos severamente nuestro margen de seguridad. Con el tiempo y la experiencia, estos límites cambian, pero debemos ser conscientes constantemente de dónde se encuentran. Observá tus límites personales cada vez que estés en una posición en la que puedas estresarse demasiado y perder el control mental. Cada vez que no te sientas física, fisiológica y psicológicamente a la altura, no vueles. No te esfuerces por volar en condiciones excesivamente difíciles, vientos fuertes o condiciones de poca visibilidad. Evitá la presión de grupo y mantenete dentro de su experiencia y límites personales.

Profundiza en el miedo

¿Qué pasa si el miedo es en realidad un amigo con un mensaje importante de nuestro cuerpo? ¿Qué pasaría si notáramos dónde estaba ubicado el miedo en nuestro cuerpo y le preguntáramos qué estaba tratando de decirnos?

Un proceso simple de cuatro pasos para disolver el miedo:

  1. Reconocer el sentimiento. A veces, solo poner la mano en el abdomen era todo lo que necesitabas hacer para recibir el mensaje.
  2. Concéntrate en lo que el miedo está tratando de decirte y toma nota de la acción que quieres que tomes.
  3. Deja que la sensación se vaya con una respiración profunda.
  4. Vuelve a concentrarte y realizá la tarea en cuestión.

Prueba este proceso la próxima vez que empieces a sentir miedo y observa qué tan rápido se disipa el miedo y si es útil para vos.

Estrés y miedo en vuelo

El estrés fisiológico incluye cosas como la hipoxia, la fatiga y la deshidratación. El estrés de volar a gran altura, sin dormir lo suficiente o sin la comida adecuada hace que sea difícil, si no imposible, hacer frente incluso a las tareas de pilotaje de rutina. La incapacidad para hacer frente puede desatar el miedo a medida que, sin darnos cuenta, nos metemos en una situación comprometedora.

El estrés psicológico se desarrolla como una respuesta a nuestra situación percibida y se presenta en una variedad de formas. Una forma es la carga de tareas, o la sobrecarga mental que ocurre cuando un piloto tiene demasiadas cosas que hacer y en las que pensar. Para un piloto volando en IFR, las numerosas tareas físicas y mentales, como leer cartas de aproximación, sintonizar radios y mantener comunicaciones mientras se enfrenta a turbulencias, pueden ser agotadoras. Incluso para tripulaciones de dos pilotos, la carga de tareas puede ser una carga pesada. Es probable que un piloto volando en VFR que intente sortear condiciones visuales marginales sienta los efectos de una carga de trabajo elevada.

Otra forma de estrés psicológico puede ocurrir cuando algo compromete uno de nuestros cinco sentidos. La visión es, quizás, el sentido más importante de un piloto. Cuando algo nos roba el sentido de la vista, es fácil creer que estamos en serios problemas. En la cabina, un piloto puede sufrir reacciones claustrofóbicas cuando las nubes o la oscuridad dificultan las referencias visuales externas. El estrés psicológico resultante hace que sea más difícil leer, interpretar y reaccionar a las indicaciones de los instrumentos de vuelo.

La presión del (poco) tiempo es otra causa de estrés psicológico. Este sentido de urgencia puede desarrollarse en respuesta a la rápida disminución de los techos y la visibilidad, el desarrollo de tormentas eléctricas, la disminución de las reservas de combustible, una aproximación por instrumentos o un mal funcionamiento de los sistemas. Evaluar cualquier problema con precisión es fundamental para resolverlo adecuadamente. Por ejemplo, un avión con un motor fallando seguirá volando, por lo que mientras estemos en VFR y no demasiado bajo, nuestras posibilidades de realizar un aterrizaje de emergencia son buenas. Todo lo que tenemos que hacer es seguir la lista de verificación y hacer lo que nos han enseñado a hacer.

Los pensamientos negativos rara vez ayudan a resolver un problema. En lugar de centrarnos en las perspectivas negativas de la situación, es mejor que nos centremos en el resultado deseado y tomemos las medidas necesarias para lograr el éxito.

Reconocer el miedo es saludable.

Sin miedo podríamos volar ciegamente al peligro. Debemos recordarnos a nosotros mismos que el miedo es tanto natural como positivo, y debemos usarlo como una herramienta para guiar nuestra planificación del vuelo, así como en nuestros vuelos reales. Finalmente, al mentalizarnos estamos mejor preparados para enfrentar los factores estresantes que pueden acompañar a un vuelo.

El paso más importante que podemos tomar para limitar el miedo y prevenir el pánico es participar de manera rutinaria en un programa de capacitación recurrente de procedimientos de emergencia. Independientemente de tu tiempo total o experiencia, los pilotos de líneas aéreas deben someterse de manera rutinaria a un entrenamiento recurrente que se enfoca claramente en las situaciones de emergencia que generan miedo y que no ocurren en un vuelo normal, y cómo lidiar con ellas. La revisión periódica mantiene los procedimientos frescos en la mente del piloto, listos para su recuperación inmediata cuando se los necesite.

Para ayudar a mantener una ventaja en nuestra capacitación sobre procedimientos de emergencia, debemos revisarla con frecuencia. El mejor momento para hacerlo es antes de cada vuelo. Como parte de nuestros procedimientos previos al despegue, podemos ensayar mentalmente los pasos que tomaremos en caso de una emergencia. Al preprogramar nuestra mente con el procedimiento de emergencia, estaremos listos para reaccionar adecuadamente, y rápidamente, en caso de que ocurra un problema.

Quizás la mejor estrategia para volar con seguridad sea evitar las situaciones estresantes que pueden generar miedo y pánico. Al evaluar minuciosamente las condiciones y planificar cuidadosamente nuestras opciones, nos colocamos en una mejor posición para tomar esa decisión crítica de seguir o no el vuelo. Cualesquiera que sean nuestros límites o miedos personales, debemos tener cuidado de no excederlos.

Finalmente, el miedo no solo está bien es una parte importante del kit de supervivencia mental de un piloto. En el momento en que perdemos el miedo, perdemos la sirena de advertencia que nos alerta del peligro. Cuando desaparece el miedo, bajamos la guardia y la seguridad se ve comprometida.

Epílogo: Consejos para reducir el miedo y prevenir el pánico

  • Mantenerse actualizado: Incluso un breve período sin volar puede degradar nuestras habilidades. Los pilotos activos se sienten más cómodos y mejor preparados para enfrentarse a los problemas.
  • No descuidar la meteorología: Incluso si planeas volar en cercanías del aeródromo, recordá que la meteorología puede cambiar rápidamente, por lo tanto, siempre hay que contar con información detallada sobre la MET. Si las condiciones están más allá de tu nivel de experiencia o más allá de la capacidad de la aeronave, cancelá o postergá el vuelo.
  • Realizar una verificación exhaustiva previa al vuelo: Una inspección minuciosa antes del vuelo ayudará a garantizar que el avión continúe funcionando correctamente durante el vuelo.
  • Supervisa el progreso del vuelo: Lo último que necesitas durante el vuelo es una sorpresa como quedarte sin combustible o perderte. Acostumbrate a monitorear de cerca los indicadores de combustible y del motor, y vigila detalladamente.
  • Hacer un balance de tu estado fisiológico y psicológico: Si tenes hambre, está fatigado o deshidratado, finalizá su vuelo antes de tiempo.

Cuando una situación se torna difícil, el miedo nos enseña la importancia de permanecer dentro de nuestros límites personales. El miedo nos impide exponernos a peligros indebidos y nos prepara para enfrentar situaciones sorpresivas. Ya seamos alumnos o pilotos experimentados, se desarrollan situaciones que elevan nuestros niveles de estrés y nos ponen ansiosos, desencadenando la emoción de advertencia que llamamos miedo. Lo importante es lo que hacemos a continuación.

Fly safe and enjoy!
Hasta la próxima
Paz y bien – Namasté
Roberto Gómez
rjg@flap152.com

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