Cómo las suposiciones pueden poner en peligro tu vuelo.
En una noche clara, un piloto con habilitación para vuelo nocturno se prepara para despegar en un Piper Archer de mediados de los años 70. La inspección previa al vuelo revela un pequeño problema: la tapa del medidor de aceite está demasiado apretada. El conductor del camión de combustible se ofrece a ayudar, y el piloto, confiado, continúa con su lista de verificación. Esta decisión desencadena una serie de eventos que pondrán a prueba no solo su habilidad como aviador, sino también su comprensión de la naturaleza humana y el riesgo. La historia. El problema comenzó de manera bastante inocua durante la inspección previa al vuelo. La tapa de la varilla de medición de aceite estaba demasiado ajustada para que el piloto la pudiera aflojar a mano. Hizo señas al conductor del camión proveedor de combustible y le pidió prestadas sus pinzas. En lugar de eso, el conductor se ofreció a ocuparse de la tapa ajustada por el piloto, y ahí fue cuando cometió la suposición número 1: ahora que había llegado la ayuda, podía continuar su inspección previa al vuelo. Mientras estaba ocupado revisando el combustible en busca de agua, escuchó al conductor del camión desabrochar los 4 cierres del carenado para acceder al motor. Unos segundos después, le informó que había desenroscado la tapa de aceite y que el nivel estaba bien. Le agradeció y lo oyó colocar la cubierta del motor de nuevo en su lugar mientras soltaba la cuerda de amarre trasera. El conductor siguió adelante con su próxima parada y se subió a la aeronave. Sin darse cuenta, había cometido la suposición número 2: el conductor había asegurado las trabas del carenado del motor. Ansioso por despegar, dejó de pensar en la varilla de medición atascada y se concentró en la lista de verificación previa al despegue. La prueba de motor y el rodaje hasta la pista activa transcurrieron sin incidentes. Sin tráfico en el circuito, obtuvo autorización inmediata para despegar en la pista activa. El altímetro superaba los 300 pies y el final de la pista pasaba bajo la aeronave cuando la cubierta se levantó, sostenida solo por las trabas. Ahora el carenado estaba en posición como una hoja en el parabrisas, a solo pulgadas de distancia, vibrando. La vergüenza inicial que sintió por haber sido tan descuidado se convirtió en un frío temor. La cubierta bloqueaba casi por completo su vista. Su primer instinto fue reducir la potencia para aliviar la tensión en los cierres, pero las innumerables advertencias sobre los peligros de reducir la potencia en el despegue mantuvieron su mano lejos del acelerador. Además, pensó que era mejor llegar a la altura del circuito para tener suficiente altitud para completar el circuito y volver a la pista lo antes posible. Todavía no apreciaba lo difícil que iba a ser. En lugar de la pista, todo lo que podía ver era un gran cuadro negro. ‘volar, navegar, comunicar’ era el mantra que le habían inculcado en la escuela de vuelo. Forzó su atención lejos del carenado ondeante y escudriñó el panel de instrumentos. Satisfecho de que la aeronave funcionaba normalmente, la inclinó con cuidado hacia la pierna inicial. Solo entonces informó a la torre de que tenía un problema técnico y solicitó un aterrizaje completo. Volando casi a ciegas, siguió el patrón del circuito utilizando las luces de la pista y los instrumentos para mantener un vuelo recto y nivelado en final. Redujo la potencia para girar hacia basica, esperando que la reducción de velocidad hiciera bajar la cubierta. Pero no tuvo suerte. En lugar de la pista, todo lo que podía ver era un gran cuadro negro. El carenado se había levantado un poco más en el lado derecho, exponiendo una estrecha brecha entre la visión de la pista y el carenado del motor. A través de esta abertura, podía ver aproximadamente una décima parte de lo que tenía por delante. Era como dirigir un barco a través de un ojo de buey. Y para ver incluso eso, tenía que mantener una actitud descendente. Una vez que se nivelara en el aterrizaje, volvería a estar ciego. Recordó lo que sus instructores habían dicho sobre usar solo la visión periférica para aterrizar. No había pensado mucho en ello en ese momento, pero ahora era todo lo que tenía. Pensando que un aterrizaje tocando con las ruedas principales era mejor que un aterrizaje sobre la rueda delantera, cortó el acelerador restante tan pronto como la aeronave pasó sobre el umbral de la pista, elevó la nariz suavemente y esperó a que la aeronave perdiera sustentación. Se tomó su tiempo, pero con 1500 metros de pista, estaba más preocupado por mantenerse centrado entre las luces de la pista. Finalmente, un suave golpe de las ruedas principales y uno para la rueda delantera. Rodó de regreso al hangar y, a la luz del mismo, aseguró las escotillas de forma segura. Resistió la tentación de felicitarse por la resolución de su primera emergencia real en vuelo. Se había causado el problema él mismo. Veamos La teoría del “nivel objetivo de riesgo” de Gerald J.S. Wilde sugiere que cada individuo tiene una percepción única del riesgo que está dispuesto a asumir y ajusta su comportamiento en consecuencia. En este caso, el piloto, tal vez influenciado por un sesgo de optimismo, como lo describiría Daniel Kahneman, asume que la situación de la tapa de la varilla de aceite está bajo control. Sin embargo, las suposiciones pueden ser peligrosas, especialmente en un entorno de alto riesgo como la aviación. El conductor del camión de combustible, en un intento de ser útil, desabrocha los pestillos del capó para acceder al motor. Esta acción, aunque bien intencionada, resulta ser un error crítico. Durante el despegue, el capó se abre repentinamente, y ya sabemos como sigue la historia. Aquí, la teoría de Sidney Dekker sobre la percepción del riesgo en sistemas complejos y culturas organizacionales cobra vida. El piloto se encuentra en un sistema donde una pequeña suposición ha desencadenado un
De la Cabina al aprendizaje: Uniendo Safety y Desarrollo Personal
La industria de la aviación enfrenta un momento crucial; los métodos tradicionales de aprendizaje en seguridad ya no bastan. Es vital aprender tanto de fallos como de éxitos. Una fuente invaluable de conocimiento: el aprendizaje derivado de eventos exitosos. Los eventos que salen bien constituyen la mayoría de las operaciones diarias y, por lo tanto, ofrecen una muestra más representativa para el análisis. Al incluir estos eventos en nuestra arquitectura de aprendizaje, podemos: Identificar Buenas Prácticas: Reconocer y entender las estrategias que conducen al éxito. Mitigar Riesgos Ocultos: Al entender mejor las operaciones normales, podemos identificar las condiciones latentes que de otro modo pasarían desapercibidas. Optimizar Recursos: Al entender qué funciona bien, podemos asignar recursos de manera más eficiente. Esta perspectiva no solo mejora nuestra capacidad para identificar y mitigar riesgos, sino que también abre nuevas vías para optimizar la eficiencia y efectividad de las operaciones. En última instancia, una arquitectura de aprendizaje más integral nos permite construir sistemas de aviación más seguros, eficientes y resilientes. Aprendizaje Multinivel: Individual, de Equipo y Organizacional El aprendizaje no es un fenómeno aislado que ocurre solo a nivel individual. Se manifiesta en múltiples niveles dentro de la organización: Aprendizaje Individual: En esta dimensión, el aprendizaje se caracteriza por ser un proceso continuo e implícito, surgiendo directamente de la experiencia. Aprendizaje en Equipo: Aquí, el aprendizaje se convierte en un proceso más formalizado, sujeto a políticas y procedimientos organizacionales, pero sigue estando intrínsecamente vinculado al trabajo real. Aprendizaje Organizacional: El aprendizaje a nivel organizacional generalmente se basa en experiencias generalizadas en lugar de experiencias reales. El resultado suele expresarse en términos de las normas y políticas de la organización. Sin embargo, las organizaciones tienen un rol clave en facilitar el aprendizaje individual y en equipo, que son los motores del aprendizaje organizacional. Es escencial reconocer que el aprendizaje varía entre niveles organizacionales. Estas interdependencias ofrecen insights para entender cómo las organizaciones pueden influir en el aprendizaje y rendimiento del sistema. En el marco de la aviación contemporánea, donde los imperativos de seguridad y eficiencia alcanzan una relevancia sin precedentes, el paradigma integral de aprendizaje se presenta como una necesidad impostergable. Este enfoque integral no solo comprende el aprendizaje derivado de eventos y datos operativos, sino que también se encuentra en sintonía con las perspectivas multidimensionales sobre maestría personal, tal como las expone Joshua Waitzkin en su obra «El Arte del Aprendizaje» (Waitzkin, 2007) donde aborda el concepto de “Maestría” como un estado de excelencia y dominio en un campo o disciplina particular, en este caso lo aplicaremos al pilotaje. No se trata simplemente de ser bueno en algo, sino de alcanzar un nivel de competencia que va más allá de lo ordinario. Waitzkin argumenta que la maestría es el resultado de un proceso continuo de aprendizaje, adaptación y crecimiento personal. Aboga por una mentalidad de crecimiento y la importancia de aprender tanto de los éxitos como de los fracasos, la aviación moderna requiere un enfoque de aprendizaje que sea igualmente dinámico y adaptativo, capaz de responder a un entorno complejo y en constante cambio. Asimismo, la idea de maestría personal encuentra su paralelo en la necesidad de un aprendizaje continuo en las organizaciones de aviación. La maestría no es un destino, sino un proceso continuo de adaptación y mejora. En la aviación, esto se traduce en una formación continua que va más allá de la mera prevención de errores y se adentra en el territorio de la optimización y la excelencia. Al fomentar una cultura de aprendizaje que valora tanto el análisis riguroso de los datos como la intuición y la adaptabilidad humanas, se puede lograr una visón más integral y efectiva para garantizar la seguridad y la eficiencia en la aviación del siglo XXI. Waitzkin articula una perspectiva sofisticada sobre el aprendizaje personal, que merece un análisis detenido. Identifica dos paradigmas predominantes en la aproximación al aprendizaje: el incremental y el de entidad. El paradigma incremental postula que la habilidad es maleable y puede ser desarrollada a través del esfuerzo sostenido. Contrariamente, el paradigma de entidad sostiene que la habilidad es una característica estática e inmutable. Waitzkin argumenta persuasivamente que una mentalidad incremental, aunque pueda requerir una suspensión temporal del escepticismo, es más propicia para el desarrollo personal. Esta mentalidad fomenta una concentración en el proceso, lo que a su vez revela áreas para la mejora continua. Paradigmas del aprendizaje incremental y de entidad. Los paradigmas del aprendizaje incremental y de entidad son conceptos que se originan en la psicología del desarrollo y la educación, y se aplican a cómo las personas ven su propia capacidad para aprender y mejorar. Estos paradigmas también son relevantes en el ámbito de la aviación, un campo que requiere un alto grado de competencia técnica, toma de decisiones rápidas y habilidades interpersonales. Paradigma Incremental (Mentalidad de Crecimiento) En el paradigma incremental, las personas creen que sus habilidades pueden desarrollarse a través del esfuerzo, la práctica y la perseverancia. En la aviación, esta mentalidad es vital para el entrenamiento continuo y la adaptación a nuevas tecnologías o procedimientos. Los pilotos, u otros profesionales de la aviación, con una mentalidad de crecimiento están más abiertos a recibir retroalimentación constructiva y son más propensos a ver los errores como oportunidades para aprender y mejorar. Paradigma de Entidad (Mentalidad Fija) Por otro lado, en el paradigma de entidad, las personas creen que sus habilidades son innatas y fijas, lo que significa que no pueden cambiar significativamente con el tiempo. En el contexto de la aviación, esta mentalidad puede ser peligrosa. Por ejemplo, un piloto que cree que ya «lo sabe todo» (seguramente no conces ninguno) puede ignorar nuevos procedimientos de seguridad o desestimar la importancia de la formación continua, lo que podría resultar en errores o incluso en accidentes. Waitzkin postula que las adversidades son, en efecto, catalizadores para el crecimiento personal. En lugar de esquivar los desafíos, aboga por enfrentarlos de manera proactiva. Este enfrentamiento consciente con las dificultades conduce a un estado de «flujo» que es óptimo para
Inteligencia Artificial en la Aviación: Transformando la Seguridad Operacional en la Era Moderna
La Inteligencia Artificial (IA) es una rama de la informática que busca desarrollar algoritmos, sistemas y técnicas que permitan a las máquinas aprender y realizar tareas que, hasta ahora, requerían de la inteligencia humana. Esto incluye la capacidad de razonar, planificar, resolver problemas, reconocer patrones y procesar el lenguaje natural. La IA se basa en la idea de que una máquina puede ser programada para imitar la inteligencia humana, no solo en términos de pensamiento lógico sino también en la capacidad de aprender y adaptarse a nuevas situaciones. Esto se logra a través de técnicas como el aprendizaje automático, donde las máquinas pueden aprender y mejorar su rendimiento a partir de datos y experiencias previas. En el contexto de la aviación, la IA ofrece oportunidades únicas para mejorar la eficiencia, la seguridad y la innovación. A continuación, exploraremos cómo esta tecnología emergente está redefiniendo los límites de lo posible en la aviación. La seguridad siempre ha sido la piedra angular en el vasto y complejo mundo de la aviación, con el Sistema de Gestión de la Seguridad (SMS) marcando un hito en su historia. Pero en una era de avances tecnológicos vertiginosos, la aviación enfrenta nuevos desafíos. La pregunta que surge es: ¿Cómo puede la industria mantenerse a la vanguardia y continuar mejorando la seguridad en este entorno dinámico? La respuesta puede encontrarse en la confluencia de tradición e innovación. El SMS, con su enfoque sistemático y basado en datos, ha sido fundamental en la identificación de peligros y mitigación de riesgos, creando una cultura de seguridad que permea todos los niveles de la industria. Sin embargo, en un mundo donde los datos fluyen como nunca antes, y donde la Inteligencia Artificial (IA) y otras tecnologías emergentes están redefiniendo los límites de lo posible, la aviación se encuentra en el umbral de una nueva era. La tecnología ha permitido a la humanidad amplificar nuestras habilidades físicas, desde la invención de la rueda hasta los motores modernos. Pero la amplificación de nuestras habilidades cognitivas es un territorio inexplorado y desafiante. ¿Qué sucede cuando intentamos mejorar nuestra capacidad para pensar y razonar con la ayuda de la tecnología? Esta pregunta nos lleva a una nueva frontera en nuestra relación con las máquinas La exploración de este territorio inexplorado no es algo nuevo; de hecho, ha sido una constante en la historia de la tecnología. En la década de 1940, esta búsqueda de amplificación cognitiva llevó a la creación de sistemas parcialmente autocontrolados. Estos sistemas eran demasiado rápidos y complicados para lo que el ser humano no asistido podía manejar, marcando un momento crucial en nuestra relación con la tecnología. En un mundo donde todo sucede a un ritmo vertiginoso, mantener el control se convierte en una necesidad vital. Pero, paradójicamente, la solución a menudo ha sido utilizar aún más tecnología, incluso cuando esta sustituye lo que las personas no pueden hacer lo suficientemente bien. Esta compleja interacción entre la tecnología y la cognición humana plantea preguntas profundas y desafiantes. ¿Cómo podemos utilizar la tecnología para apoyar nuestras habilidades mentales sin perder el control? ¿Cómo podemos navegar en un mundo donde la Inteligencia Artificial promete automatización pero también presenta desafíos en términos de control humano? La clave reside en una comprensión clara de nuestras necesidades y riesgos, y en una implementación y gestión responsables. La tecnología no es una solución mágica, sino una herramienta que, cuando se utiliza de manera adecuada, puede transformar la forma en que interactuamos con el mundo. Intentaré explorar cómo la implementación del SMS ha sentado las bases para una revolución tecnológica en la aviación, una revolución que promete llevar la seguridad operacional a nuevos horizontes. Al enlazar el legado del SMS con las posibilidades de la IA y otras tecnologías avanzadas, se abre un nuevo capítulo en la historia de la aviación, uno donde la precisión, la eficiencia y la proactividad no son solo aspiraciones, sino realidades alcanzables. La Inteligencia Artificial (IA) en la Aviación: Una Nueva Frontera en la Seguridad Operacional. Desde la detección temprana de fallas en los equipos hasta la simulación de escenarios de riesgo y la automatización de procesos de monitoreo, la IA puede mejorar significativamente la eficacia de las medidas de seguridad. Además, la IA no solo se centra en la tecnología y los procesos; también tiene el potencial de entender y mitigar los errores humanos, uno de los factores más complejos en la seguridad operacional. A través del análisis de comportamientos y la identificación de tendencias, la IA puede ofrecer insights valiosos sobre cómo los factores humanos contribuyen a los riesgos y cómo pueden ser gestionados. La incorporación de la IA en la gestión de la seguridad operacional en aviación representa una evolución significativa en la forma en que se abordan y minimizan los riesgos. Es una convergencia de tecnología, ciencia de datos y comprensión humana que promete hacer de la aviación un entorno aún más seguro y eficiente. Caso de Estudio: Delta Airlines y la IA para Mantenimiento Predictivo. Delta Airlines ha implementado algoritmos de IA para predecir posibles fallas en los equipos antes de que ocurran. Esto ha permitido una intervención temprana y ha mejorado significativamente la eficacia de las medidas de seguridad. La Revolución Silenciosa En la era de la información, donde la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, la Inteligencia Artificial (IA) emerge como una fuerza transformadora, y la aviación se encuentra en la vanguardia de esta revolución. ¿Qué significa realmente esta convergencia de tecnología y ciencia de datos en el ámbito de la seguridad operacional en aviación? ¿Es la IA una promesa de un futuro más seguro, o una complejidad que trae consigo nuevos desafíos? La Promesa de la Precisión La seguridad operacional en la aviación es un dominio complejo y crítico. La precisión y la eficiencia no son solo deseables; son vitales. Aquí es donde la IA brilla con su capacidad para procesar grandes cantidades de datos en tiempo real, aprender de patrones y realizar predicciones. Desde la detección temprana de fallas en los equipos
Navegando la mente: Cómo utilizar la teoría de Kahneman para mejorar tu rendimiento como piloto
¿Alguna vez te has preguntado cómo funciona realmente tu mente cuando te enfrentas a un problema complejo o tomas una decisión rápida? En el inmenso universo de la mente humana, dos protagonistas principales toman el escenario, según Daniel Kahneman, ganador del Premio Nobel de Economía, en su obra «Pensar rápido, pensar despacio». Estos personajes, denominados Sistema 1 y Sistema 2, son los directores invisibles de nuestras vidas cotidianas. Son los maestros silenciosos de nuestro comportamiento, orientando nuestras decisiones, acciones y reacciones de formas que a menudo no reconocemos. El Sistema 1 es el actor instintivo. Opera de manera rápida e intuitiva, proporcionando respuestas automáticas basadas en nuestras experiencias y percepciones. Es nuestro piloto automático personal, manteniendo el rumbo sin necesidad de intervención humana constante. En el ámbito aeronáutico, el Sistema 1 permite a los pilotos realizar tareas rutinarias sin pensar, como verificar los instrumentos de vuelo o seguir una ruta preestablecida. Por otro lado, el Sistema 2 es el actor reflexivo. Este es el sistema que activamos cuando nos enfrentamos a una operación matemática compleja como resolver 17 x 24. Un problema aparentemente simple, pero que nos lleva a un viaje por los intrincados caminos del pensamiento lento. Si decides enfrentar el desafío, te embarcas en un viaje por el pensamiento lento. Es un esfuerzo. Sientes la carga de extraer una gran cantidad de información de la memoria, necesitas saber en cada paso dónde estás y hacia dónde vas, mientras retienes cada resultado. Este proceso requiere un esfuerzo mental deliberado y ordenado. Es un prototipo del pensamiento lento. Pero no es solo una actividad mental. Nuestro cuerpo también está implicado. Los músculos se tensan, la presión sanguínea aumenta y el ritmo cardíaco se acelera. Si alguien observara de cerca nuestros ojos mientras intentamos realizar la operación, vería que nuestras pupilas se dilatan. Y cuando finalmente encontramos la solución (que es 408), o cuando decidimos abandonar, nuestras pupilas vuelven a su tamaño normal. Este viaje por el pensamiento lento nos ofrece una visión fascinante de cómo funciona nuestra mente. Nos muestra cómo podemos usar nuestro pensamiento lento para resolver problemas, tomar decisiones y navegar por el mundo. Y aunque puede ser un esfuerzo, también es una habilidad que podemos cultivar y mejorar. Así que la próxima vez que te enfrentes a un desafío como la multiplicación de 17 por 24, recordá: estás embarcándote en un viaje por el pensamiento lento. En nuestro ámbito, el Sistema 2 se activa cuando un piloto se enfrenta a situaciones inesperadas o una emergencia. Es el sistema que se utiliza para analizar la situación, considerar las opciones y tomar decisiones deliberadas. Estos dos sistemas, aunque distintos en su funcionamiento, trabajan juntos para ayudarnos a ir por la vida. El Sistema 1 nos permite reaccionar rápidamente a las situaciones, proporcionando respuestas automáticas basadas en patrones reconocibles. Nos permite funcionar en el mundo sin tener que detenernos y analizar cada pequeño detalle. Sin embargo, este sistema no es perfecto. A veces, nuestras intuiciones pueden llevarnos por mal camino, especialmente cuando nos enfrentamos a situaciones que son desconocidas o complejas. Aquí es donde entra en juego el Sistema 2 que nos permite detenernos y pensar, analizar la información y tomar decisiones basadas en un razonamiento lógico y deliberado. Nos permite cuestionar nuestras intuiciones y considerar diferentes opciones antes de tomar una decisión. Sin embargo, este sistema también tiene sus limitaciones. Requiere esfuerzo y energía, y a menudo preferimos confiar en nuestras intuiciones rápidas y automáticas en lugar de invertir el esfuerzo necesario para pensar de manera lenta y deliberada. «Preste atención». Una frase tan común, pero tan cargada de significado. Nos invita a considerar una verdad fundamental sobre la mente humana: nuestra atención es un recurso limitado. Como un presupuesto que debemos administrar cuidadosamente, podemos asignar nuestra atención a ciertas actividades, pero si intentamos exceder nuestro presupuesto, fracasamos. Esta es la realidad de las actividades que requieren esfuerzo: interfieren entre sí. Esto explica por qué es tan difícil, si no imposible, realizar varias tareas a la vez. Ningún piloto intentaría calcular el producto de 17 por 24 mientras hace un viraje escarpado a 500 pies de altura (espero. ¡Mejor no dar ideas!). Podemos hacer varias cosas a la vez, pero solo si son fáciles y cómodas. No nos sentimos inseguros al mantener una conversación con un pasajero mientras volamos en crucero con una meteorología CAVOK. Muchos padres hemos descubierto, quizás con cierto sentimiento de culpa, que pudimos leer un cuento a nuestros hijos mientras pensábamos en otra cosa. Esfuerzo mental Kahneman propone un ejercicio para experimentar cómo trabaja a pleno rendimiento el Sistema 2, realizando lo siguiente nos conducirá hasta los límites de nuestras capacidades cognitivas. Para empezar, hay que formar varias secuencias de 4 dígitos, todas diferentes, y escribirlas utilizando una ficha para cada una. Por ejemplo: Secuencia 1: 3587, secuencia 2: 2065, secuencia 3: 7823. Hay que apilar las fichas y colocar encima una en blanco. La tarea que se debe realizar se denomina Suma 1, y consiste en lo siguiente: Mientras golpeas la mesa con el dedo o una birome a un ritmo constante se retira la ficha blanca y hay que leer los cuatro dígitos en voz alta. Esperar dos pulsos (dos golpes), luego decir una secuencia en la que cada una de los dígitos originales se hay a incrementado en 1. Si los dígitos de la ficha 3587, la respuesta correcta sería 4698. Mantener el ritmo es importante. Pocas personas pueden con más de cuatro dígitos en la tarea Suma 1, pero si deseas realizar un reto aún mayor, podes intentar con Suma 3. Yo lo intenté por supuesto, da ganas de quemar las fichas y dejar de leer el libro de Kahneman. Se requiere esfuerzo para mantener simultáneamente en la memoria varias ideas que requieren acciones separadas, o que necesitan combinarse conforme a una regla. El Sistema 2 es el único que puede seguir reglas, comparar objetos en varios de sus atributos y hacer elecciones deliberadas entre opciones. Nuestro comportamiento social refleja
Ignorando Advertencias
Hace unos días, el mundo entero se vio sacudido por la noticia de una intensa búsqueda multinacional. Cinco personas habían descendido al abismo del Atlántico Norte, con la esperanza de explorar los restos del RMS Titanic, el famoso transatlántico que se hundió en 1912. Pero lo que comenzó como una aventura se convirtió en tragedia. La búsqueda concluyó el jueves 22 de junio, cuando se encontraron en el lecho marino fragmentos del sumergible privado que los había transportado. Según la Guardia Costera de EE.UU., los restos evidenciaban una “implosión catastrófica” sin sobrevivientes. La dramática operación de búsqueda se llevó a cabo en una zona remota del Atlántico Norte, a 900 millas (alrededor de 1448 kilómetros) de Cape Cod, Massachusetts. Durante días, mantuvo en vilo nuestra atención, después de que el sumergible de 22 pies (6.7 metros), bautizado como Titán, perdiera contacto con su barco nodriza menos de dos horas después de su lanzamiento. El sombrío hallazgo, realizado por un vehículo operado a control remoto que rastreaba el lecho marino, puso en el punto de mira el turismo de aventura de alto riesgo y alto costo, generando interrogantes sobre los procesos de seguridad seguidos por las empresas que organizan estas expediciones. La búsqueda del Titán desaparecido se percibió inicialmente como una carrera contra el reloj. Los rescatistas, esperando que el Titán aún estuviera intacto, se apresuraron a llegar al área donde había descendido antes de que se agotara su suministro de oxígeno. Las esperanzas se incrementaron el miércoles, cuando aviones de vigilancia marítima detectaron ruidos de golpes bajo el agua. Los expertos de la Marina de los EE. UU. analizaron estos sonidos en busca de señales de que podrían ser intentos de los pasajeros del Titán de señalar su ubicación. Sin embargo, el jueves por la tarde, cuatro días después de su pérdida de contacto, esas esperanzas se desvanecieron ante la evidencia descubierta a más de dos millas (3.2 kilómetros) bajo la superficie del océano: el cono de cola del Titán a la deriva en el lecho marino, a un tercio de milla de la proa del Titanic (0.5 kilómetros), junto con los dos extremos rotos de su casco presurizado. Las piezas encontradas, según un almirante de la Guardia Costera, eran “consistentes con la pérdida catastrófica de su cámara de presión”. Los fundadores de OceanGate, la empresa detrás de la expedición, tenían como objetivo hacer que los viajes en alta mar fueran tan accesibles para los turistas e investigadores como lo habían hecho con los viajes espaciales. “Pensamos que sumergirnos era lo más cerca que podíamos estar del espacio sin salir de la Tierra”, declararon. Decidieron implementar un plan para construir y alquilar sumergibles capaces de descender al menos a 4.000 metros (más de 13.000 pies) por debajo de la superficie del océano. La idea era utilizar capital privado para construir submarinos de inmersión profunda y ponerlos a disposición de quienes los necesitaran (investigadores, cineastas, exploradores) a una fracción del costo. Un sumergible y un submarino son ambos vehículos que pueden operar bajo el agua, pero hay diferencias clave entre ellos en términos de diseño, capacidad y uso. Submarino: Un submarino es un vehículo acuático que puede operar de manera autónoma bajo el agua durante largos períodos de tiempo. Los submarinos son generalmente más grandes que los sumergibles y están diseñados para viajes largos y misiones extendidas. Los submarinos son comúnmente utilizados por las fuerzas navales para una variedad de tareas, como la guerra antisubmarina, la guerra antisuperficie, la vigilancia y el reconocimiento, y el despliegue de fuerzas especiales. También hay submarinos utilizados para investigación científica y exploración del fondo marino. Sumergible: Un sumergible, por otro lado, es un tipo de vehículo subacuático que necesita un barco de soporte en la superficie. Los sumergibles son generalmente más pequeños que los submarinos y no están diseñados para viajes largos o misiones extendidas. En lugar de eso, son utilizados para tareas específicas, como la exploración científica, la recuperación de objetos, o el trabajo en estructuras submarinas. Los sumergibles a menudo tienen una capacidad de buceo más profunda que los submarinos y están diseñados para resistir altas presiones en el fondo del océano. La empresa comenzó con un sumergible de color amarillo para inmersiones poco profundas, y luego avanzó a un cilindro con casco de acero, el Cyclops-1, que podía ir a mayor profundidad. Sin embargo, el sumergible con casco de acero resultó ser extremadamente costoso de operar y transportar. En 2013, comenzaron a hablar públicamente sobre la construcción de un prototipo de Cyclops-1 con cubierta de titanio a partir de fibra de carbono liviana, un material común en la industria aeroespacial que, en su opinión, reduciría drásticamente los costos de operación. Para 2017, OceanGate anunciaba expediciones a 12,500 pies de profundidad hasta las ruinas del Titanic en el Titán, un sumergible con capacidad para cinco personas y que podía ir ocho veces más profundo que el Cyclops. Los primeros comunicados de prensa decían que los turistas pagarían alrededor de 105.000 dólares cada uno, un precio que estableció OceanGate porque era el costo ajustado a la inflación (de Europa) de un boleto de primera clase en el Titanic en 1912. En la comunidad de exploración de aguas profundas, se encendieron las alarmas. Para enero de 2018, el director de operaciones marítimas de OceanGate, David Lochridge, estaba compilando un informe que advertía sobre los peligros potenciales para los pasajeros. Semanas después, 38 expertos en la industria sumergible; todos ellos eran miembros del comité de vehículos submarinos tripulados de la Sociedad de Tecnología Marina, (un grupo industrial de 60 años de experiencia que promueve, estudia y enseña al público sobre tecnología oceánica), tuvieron un tenso intercambio en una conferencia de especialistas en vehículos submarinos tripulados en Nueva Orleans, Estados Unidos. Poco después, en marzo, exploradores de aguas profundas y oceanógrafos advirtieron a OceanGate en una carta que el enfoque «experimental» de la compañía podría conducir a problemas potencialmente «catastróficos» con la misión del Titanic. Los compuestos de fibra de carbono utilizados en la construcción