En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quienes pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecernos; que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:
—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
(Cervantes Saavedra, M. de. (1605). Don Quijote de la Mancha (Parte I, Capítulo 8). España: Juan de la Cuesta.)
Ni don Quijote ni Sancho Panza mienten. Uno ve desaforados gigantes donde el otro ve simples molinos de viento. Ambos reciben en sus ojos la misma señal electromagnética, pero la experiencia interna es bien distinta. Don Quijote no solo relata haber visto un gigante, sino que lo describe. No habla de lo que hay en el exterior, sino de lo que percibe.
No es cierto ni falso, es ambos o ninguno. Lo que a Sancho Panza le parece un disparate, don Quijote lo siente real en su cuerpo. ¿Por qué el mundo de Sancho Panza es tan diferente al de don Quijote?
Respuesta: La subjetividad.
No existe otro mundo, excepto el que experimentamos.
En el ámbito de la aviación, la objetividad se considera un pilar fundamental para la seguridad y la eficiencia en las operaciones. Sin embargo, la subjetividad, entendida como la percepción y evaluación personal de los estímulos y situaciones, juega un papel igualmente clave.
La subjetividad dentro de nuestra actividad es un fenómeno complejo que puede influir en la toma de decisiones, la interpretación de la información y la interacción con otros miembros de la tripulación. Vamos a explorar la subjetividad desde una perspectiva científica, considerando aportes de la neurociencia y la psicología cognitiva.
La subjetividad en este contexto puede entenderse a partir de cómo el cerebro humano procesa la información. La neurociencia nos muestra que el cerebro no es un receptor pasivo de datos sensoriales, sino que participa activamente en la interpretación de la información. Esta interpretación está influenciada por factores como la experiencia previa, las expectativas y el estado emocional.
La profesora Catherine Tallon Baudry, (Investigadora principal del – Centre National de la Recherche Scientifique – CNRS. Su investigación se centra en la conciencia visual y las interacciones cerebro-cuerpo.), propone que el cerebro no es un ente aislado que procesa información de manera independiente, sino que está en constante diálogo con el organismo. Este intercambio continuo de señales entre el cerebro y el cuerpo forma lo que ella denomina “representaciones internas”, que son construcciones mentales basadas en cómo percibimos y reaccionamos a nuestro entorno.
En el contexto del vuelo, esta teoría sugiere que la percepción de la realidad de un piloto no es simplemente una respuesta a los estímulos externos, como la lectura de los instrumentos o la observación del entorno, sino que también está influenciada por el estado interno del organismo, incluyendo la actividad visceral, el equilibrio homeostático, y las emociones. Este estado corporal influye en la percepción subjetiva de la situación, lo que podría llevar a una toma de decisiones que no sea completamente alineada con la realidad objetiva. Así, la percepción de riesgo, la evaluación de alternativas y la rapidez en la toma de decisiones pueden verse afectadas por cómo el cerebro interpreta las señales provenientes del organismo.
Por ejemplo, la percepción visual, un sentido crítico en el pilotaje, está mediada por áreas del cerebro como la corteza visual y la corteza prefrontal. Estas áreas no solo procesan los estímulos visuales, sino que también los interpretan en función de la experiencia pasada y el contexto actual. Un piloto experimentado puede percibir una anomalía de manera diferente a un piloto con poca experiencia, lo que influye en su respuesta.
El estrés y las emociones también juegan un papel fundamental en la subjetividad. El estrés agudo, que es común en situaciones de emergencia, puede alterar la percepción y la toma de decisiones al activar la amígdala y otras áreas del cerebro relacionadas con las respuestas de lucha o huida. Esto puede llevar a reacciones rápidas que no siempre son las más racionales o seguras.
Además, la fatiga, que es un problema reconocido en la aviación, puede afectar la función cognitiva, reduciendo la capacidad del piloto para procesar información de manera eficiente y aumentando la dependencia de heurísticas o “reglas de oro” que pueden no ser adecuadas en todas las situaciones.
La subjetividad también se manifiesta en la interacción con otros miembros de la tripulación. La comunicación efectiva es esencial para la coordinación en la cabina, pero está sujeta a interpretaciones subjetivas. La teoría de la mente, que es la capacidad de inferir los estados mentales de otros, lo que permite anticipar y predecir el comportamiento de los demás. Entender las intenciones y expectativas de otros miembros de la tripulación y controladores de tránsito aéreo es fundamental para una comunicación y coordinación adecuadas y juega un papel importante aquí. Sin embargo, esta capacidad no es infalible y puede ser influenciada por sesgos y malinterpretaciones. La familiaridad con los miembros de la tripulación y la experiencia previa en trabajar juntos pueden mejorar la capacidad de prever las reacciones y comportamientos de los demás. La otra cara es que también puede llevar a suposiciones erróneas si la situación cambia o si se introducen nuevos miembros en la tripulación.
Aunque la teoría de la mente es una herramienta poderosa para la interacción social, no es infalible. Las interpretaciones subjetivas pueden influir en la forma en que los miembros de la tripulación perciben y responden a las intenciones y expectativas de los demás. La psicología cognitiva ha identificado varios sesgos que pueden afectar la toma de decisiones en situaciones críticas. Entre ellos, el sesgo de confirmación y el sesgo de disponibilidad son particularmente relevantes.
Sesgo de Confirmación: Este sesgo ocurre cuando un piloto tiende a buscar o interpretar información de una manera que confirme sus creencias preexistentes. En una situación de emergencia, esto puede llevar a que el piloto ignore señales de advertencia que no concuerden con su evaluación inicial de la situación.
Sesgo de Disponibilidad: Este sesgo se refiere a la tendencia de las personas a juzgar la probabilidad de un evento en función de qué tan fácilmente pueden recordar casos similares. Un piloto que haya experimentado recientemente una turbulencia severa podría sobrestimar la probabilidad de encontrar condiciones similares, influyendo en su planificación de vuelo.
La subjetividad en el ámbito del pilotaje aéreo es una realidad ineludible, influenciada por factores neurobiológicos, cognitivos y emocionales. Comprender cómo estos factores afectan la percepción y la toma de decisiones puede ayudar a desarrollar estrategias para mitigar los riesgos asociados, como el entrenamiento en conciencia situacional, la gestión del estrés (Hay teorías que explican que el estrés no es algo que debamos gestionar, sino que es un resultado de no saber manejar nuestro propio sistema interno, es decir, nuestra mente y cuerpo. Desde esta óptica, el estrés no es una entidad independiente que existe fuera de nosotros y que necesitamos combatir o controlar. En lugar de eso, es una manifestación de cómo interactuamos con nuestras circunstancias y cómo procesamos nuestras experiencias internas. Cuando no sabemos manejar nuestras propias emociones, pensamientos y reacciones, el estrés surge como una consecuencia natural de esa falta de control interno.) y la promoción de una cultura de seguridad abierta y comunicativa. Integrar estas perspectivas científicas en la formación y práctica de los pilotos es esencial para mejorar la seguridad en la aviación.
Comprender la subjetividad desde la perspectiva de la interacción cerebro-organismo tiene implicaciones prácticas en la formación y entrenamiento de pilotos. El entrenamiento en conciencia situacional podría beneficiarse de la incorporación de técnicas que ayuden a reconocer cómo los estados fisiológicos y emocionales pueden influir en la percepción y toma de decisiones. Además, fomentar la autorregulación emocional y la «gestión» del estrés podría ayudar a los pilotos a mantener representaciones internas más precisas y alineadas con la realidad externa.
Si te interesan estos temas y deseas profundizar en cómo la subjetividad y los procesos cognitivos influyen en la seguridad aérea, te invitamos a explorar el curso «La seguridad operacional desde el cerebro» disponible en Flap152.com. Este curso ofrece una mirada detallada sobre la intersección entre neurociencia y aviación, proporcionando herramientas y conocimientos esenciales para mejorar la toma de decisiones y la seguridad en vuelo.
¡Hasta la próxima!
Roberto J. Gómez
rjg@flap152.com