Durante décadas, hablar de salud mental en la aviación fue un tabú en muchos ámbitos, (en otros lo sigue siendo) aunque los datos no dejan lugar a dudas. Hoy ese silencio empieza a desvanecerse: la industria debe saldar una deuda largamente postergada e integrar la salud mental en el corazón de la seguridad operacional.
El informe Charting a New Course for Mental Health in Aviation, publicado por la Flight Safety Foundation en noviembre de 2024, documenta que 12,6 % de las y los pilotos de aerolínea presentan síntomas compatibles con depresión clínica y 4,1 % han tenido ideas suicidas. (Cifras que provienen del Harvard T.H. Chan School of Public Health (estudio 2016) citado en el white‑paper FSF).
Estos porcentajes no son números fríos: representan a profesionales que toman decisiones críticas a 38.000 pies de altura.
Síntoma / Prevalencia | Factores de Riesgo | Barreras / Soluciones |
---|---|---|
Depresión 12,6% |
• Fatiga crónica • Presión laboral • Estigmatización |
• Evaluaciones periódicas • Entornos de confianza («safe haven») |
Ideación suicida 4,1% |
• Aislamiento • Inseguridad laboral • Miedo a perder la habilitación |
• Programas peer-support • Cultura de cuidado y detección temprana |
Burnout ≈ 40% |
• Rosters irregulares • Falta de recuperación • Sobrecarga operacional |
• Rediseño de turnos • Apoyo organizacional sostenido |
Las causas son múltiples y bien conocidas por quienes habitan el ecosistema aeronáutico: jornadas irregulares, alta responsabilidad, separación familiar, fatiga acumulada, incertidumbre laboral. La pandemia profundizó estas tensiones, dejando una estela de agotamiento emocional que resulta difícil de revertir sin un abordaje sistémico.
Uno de los factores más corrosivos para el bienestar psicológico en este entorno es el miedo.
- Miedo a perder la habilitación por declarar una dolencia emocional.
- Miedo a que un episodio transitorio derive en una etiqueta definitiva.
- Miedo a ser estigmatizado por buscar ayuda.
Ese temor, profundamente arraigado en la cultura organizacional, alimenta un silencio que no solo daña al individuo, sino que también compromete la seguridad de las operaciones.
Brain Balance (El equilibrio cerebral)
En esta línea, es necesario analizar un modelo que nos acerque a un verdadero Brain Balance.
Se basa en que la salud y el rendimiento del cerebro son una función de la medida en que el ser humano ejercita la alternancia y el equilibrio entre diez actividades esenciales para el cerebro: dormir y ejercitarse, focalizar y desconectarse, conectar y reflexionar, jugar y tener rutinas, nutrirse y ayunar. Estas actividades actúan como ejes opuestos pero complementarios, y su adecuada integración permite mantener un estado cerebral bueno. Este balance no solo mejora el rendimiento, sino que protege contra el agotamiento mental y emocional crónico, algo muy relevante en entornos de alta exigencia como el nuestro.
Sabemos que la salud mental no es un estado abstracto, sino una función concreta del equilibrio entre la activación y la recuperación del cuerpo y del cerebro. No dormir lo suficiente, no moverse, no desconectarse, no reflexionar, no alimentarse bien… todo ello tiene un costo neurofisiológico directo: deteriora la toma de decisiones, el juicio, la atención sostenida y la capacidad de autorregulación emocional.
Pero alcanzar este equilibrio no es una tarea sencilla y lleva mucho trabajo personal. La vida cotidiana conspira permanentemente en su contra. Abundan los gurúes que intentan convencernos de que si estamos mal es por nuestra culpa, porque “todo se trata de tener buenos pensamientos, buenas intenciones, abrazar un árbol”… chocolate por la noticia.
La verdadera pregunta no es qué hacer, sino cómo hacerlo y sostenerlo en el tiempo.
Porque basta con intentar eliminar un pensamiento negativo para que otros aparezcan en cascada.
Pensamos que hay algo llamado pensamiento negativo y pensamiento positivo.
Queremos eliminar los pensamientos negativos y tener solo pensamientos positivos. Bien, perfecto les pediría que experimenten durante 10 o 15 segundos, a la fuerza deben eliminar un pensamiento de su mente.
Por ejemplo: los próximos diez segundos, solo no pienses en un mono.
Trata de no pensar en un mono por los próximos 10 segundos. :
“No pienses en un mono.”
Listo. Si pensaste en un mono, no estás solo. De hecho, casi todos lo hacemos.
El experimento demuestra algo simple, pero poderoso: cuanto más intentamos evitar un pensamiento, más probable es que aparezca. Puedo afirmar, sin mucho margen de error, que el 98 % pensó en un mono. Por no decir el 100 %, lo cual sería presuntuoso. «No pienses en cosas malas». Bueno, desde entonces ha sido un trabajo de tiempo completo.
Este simple ejercicio demuestra que cuanto más intentamos evitar un pensamiento no deseado, más fuerza toma. Si intentas suprimir un pensamiento negativo a puro esfuerzo, solo vas a terminar frustrado. No hay tres pedales en la mente como en el auto: embrague, freno y acelerador. Aquí hay solo acelerador, lo que sea que toques solo irás más rápido. No hay restas y divisiones en nuestra mente, solo hay adición y multiplicación.
«Solo voy a eliminar pensamientos negativos y voy a tener pensamientos positivos».
Te deseo lo mejor. No va a funcionar.
En lugar de luchar contra lo que pensamos, podemos redirigir la atención suavemente, cultivar entornos cerebrales más saludables y adoptar prácticas que (sin buscar un control directo) favorezcan el equilibrio.
La meditación (que requiere esfuerzo y constancia), el movimiento, la risa, el juego o incluso un cambio en la rutina alimentaria pueden funcionar como palancas neurobiológicas. Si se sostienen en el tiempo, fortalecen la flexibilidad mental, esa capacidad de ir y venir sin quedar atrapados. Lleva trabajo.
Es fundamental comprender que los pensamientos no son el problema en sí. El conflicto aparece cuando nos identificamos con ellos, cuando creemos que somos lo que pensamos. Si entendemos que el pensamiento es simplemente una actividad natural de la mente (como el latido lo es del corazón), dejamos de otorgarle un poder desmedido.
En lugar de intentar eliminar los pensamientos incómodos, podemos aprender a observarlos como nubes que cruzan el cielo: no se trata de aferrarse, sino de dejarlos pasar. Esto requiere constancia, sí, pero también un cambio de perspectiva.
No se trata de negar lo que ocurre en nuestro mundo interno, sino de relacionarnos con ello de otro modo: desde la presencia, el desapego, y una filosofía de vida que nos sostenga. Difícil, sí. Pero vale la pena intentarlo.
El equilibrio mental no surge de evitar lo negativo ni de forzar una actitud de positividad permanente. Más grave aún es ese discurso, tan extendido en redes sociales y ciertos textos de autoayuda, que afirma que “uno se enferma por sus pensamientos”. Esa idea no solo simplifica de forma peligrosa la complejidad biopsicosocial de la enfermedad, sino que además impone una carga injusta de culpa sobre quien ya atraviesa una situación de vulnerabilidad.
Como han señalado diversos neurocientíficos y psicólogos, los pensamientos influyen en nuestra salud, sí, pero lo hacen dentro de un entramado mucho más amplio que incluye el entorno, la biología, las experiencias de vida y los vínculos humanos. Atribuirle al pensamiento negativo un poder causal absoluto sobre el cuerpo no solo carece de respaldo científico sólido, sino que también puede erosionar el bienestar emocional de quien busca comprensión y acompañamiento, no juicios.
Se trata, entonces, de establecer un nuevo vínculo con nuestra experiencia mental: uno menos reactivo y más consciente. No se trata de vaciar la mente (imposible para nosotros los mortales), sino de habitarla con lucidez.
Claro que no es fácil ni automático. Requiere práctica, esfuerzo sostenido y constancia. Más aún en un mundo que insiste en lo contrario: mantenernos hiperconectados, sobreestimulados y sometidos a una necesidad permanente de información, notificaciones y ruido.
Stop. Me fui de tema. Retomo.
Germanwings – Alaska Airlines
La historia reciente nos ha dejado casos trágicos que ilustran con claridad las consecuencias de ignorar esta dimensión crítica. Uno de los más estremecedores fue el del vuelo Germanwings 9525, ocurrido el 24 de marzo de 2015. Un Airbus A320, en ruta de Barcelona a Düsseldorf, se estrelló deliberadamente en los Alpes franceses, provocando la muerte de 150 personas. El primer oficial, con antecedentes de depresión severa, el informe final da cuenta que el fue quien provocó el siniestro. Este hecho expuso graves fallas en los sistemas de monitoreo psicológico, la ausencia de canales seguros para reportar síntomas, y el peso del estigma. A partir de este caso, varios organismos regulatorios revisaron políticas.
Según el informe final del Bureau d’Enquêtes et d’Analyses pour la Sécurité de l’Aviation Civile, la colisión contra el terreno se debió a una acción deliberada y planificada del copiloto, que decidió suicidarse mientras se encontraba solo en la cabina de mando. El sistema de certificación médica de pilotos, en particular, el mecanismo de autodeclaración entre exámenes periódicos, no logró impedir que el copiloto, afectado por trastornos mentales con síntomas psicóticos, continuara volando.
Entre los factores que podrían haber contribuido a este fallo se identificaron como:
- El temor del copiloto a perder su habilitación si declaraba su condición a un médico examinador aeronáutico (AME).
- La posible falta de un seguro específico que cubriera la pérdida de ingresos ante una inhabilitación.
- La ausencia de directrices claras en la normativa alemana sobre cuándo una amenaza para la seguridad pública debe prevalecer sobre la confidencialidad médica.
- El diseño reforzado de la puerta de cabina, pensado para resistir intrusiones, impidió cualquier intento de ingreso antes del impacto.
Más recientemente, el incidente del vuelo Alaska Airlines 2059, ocurrido el 22 de octubre de 2023, reavivó las alarmas. Un piloto fuera de servicio que viajaba en el jump seat intentó desactivar los motores en pleno vuelo. La rápida intervención de la tripulación evitó una tragedia. Aunque no hubo víctimas, el caso puso en evidencia vacíos en los sistemas de apoyo psicológico continuo, cuestionó la eficacia de los mecanismos de autorreporte, y subrayó la urgencia de construir culturas organizacionales donde pedir ayuda no implique arriesgar la carrera profesional. La falta de intervenciones preventivas (incluso en pilotos con años de trayectoria) demuestra que aún estamos lejos de un enfoque verdaderamente proactivo y humanizado.
En cuanto al accidente del vuelo Air India AI171 (2025), ciertos fragmentos del registro de voces de cabina describe una interacción confusa entre los pilotos sobre la interrupción del suministro de combustible.: “¿Por qué cortaste el combustible?”, y el otro responde: “Yo no lo hice”, el informe preliminar no sugiere en ningún momento una acción deliberada ni plantea hipótesis vinculadas con la salud mental de los tripulantes. Esto, por ahora, lo diferencia claramente del caso Germanwings 9525, donde desde el inicio emergieron evidencias sobre el deterioro psicológico del piloto y su intención premeditada. La investigación del AI171 se mantiene enfocada en el análisis técnico y operacional: sistemas, interfaz de control y secuencia de eventos. La eventual inclusión de factores humanos cognitivos o emocionales dependerá de los hallazgos del informe final.
Mientras estoy escribiendo este artículo, The Wall Street Journal, publica una nota afirmando que el Comandante del vuelo Air India AI171 fue el que cortó el combustible. Obviamente sin elementos fácticos para tal afirmación. En un comunicado la AAIB advierte que ciertos medios internacionales están difundiendo versiones selectivas y no verificadas. Estas prácticas, en plena fase investigativa, resultan irresponsables y pueden distorsionar la comprensión de los hechos. Exhorta a los medios evitar conclusiones apresuradas que puedan afectar la integridad del proceso. La seguridad operacional se construye con evidencia, no con conjeturas. Excelente frase de la AAIB
Salud Mental en la Aviación: Casos Relevantes y Lecciones Aprendidas
Caso 1: Germanwings 9525
Fecha: 24 de marzo de 2015
Resumen del suceso: El vuelo 9525 de Germanwings, un Airbus A320 que cubría la ruta desde Barcelona, España, hacia Düsseldorf, Alemania, se estrelló en los Alpes franceses, causando la muerte de los 150 ocupantes a bordo, entre pasajeros y tripulantes. Las investigaciones posteriores revelaron que el primer oficial, quien tenía antecedentes de depresión severa, provocó deliberadamente el impacto de la aeronave.
Lecciones aprendidas:
- Este evento sacó a la luz diversos aspectos críticos, como la importancia de realizar evaluaciones psicológicas exhaustivas, la necesidad de implementar sistemas de monitoreo.
- Notificación más eficaces.
- El imperativo de reducir el estigma asociado a los problemas de salud mental dentro del entorno aeronáutico.
Impacto: Se modificaron políticas de aerolíneas y reguladores, incrementando la atención a la salud mental como parte de la seguridad operacional.
Caso 2: Alaska Airlines 2059
Fecha: 22 de octubre de 2023
Resumen del suceso: Un piloto fuera de servicio que viajaba en el jump seat de la cabina del vuelo 2059 de Alaska Airlines (operado por Horizon Air en un Embraer 175 desde Everett, Washington (EE. UU.), con destino a San Francisco intentó desactivar los motores mediante la activación del sistema de extinción de incendios de los mismos. Gracias a la intervención inmediata de la tripulación en control, el avión fue desviado de forma segura hacia Portland, Oregon, donde el piloto fue arrestado y enfrentó múltiples cargos, entre ellos intento de homicidio y poner en peligro una aeronave.
Lecciones aprendidas:
- Este episodio pone en evidencia varios puntos críticos. En primer lugar, resalta la necesidad de contar con un sistema continuo de acompañamiento psicológico y procesos rigurosos de evaluación, no solo en la etapa de ingreso sino a lo largo de toda la carrera profesional del piloto.
- El hecho de que esta persona haya formado parte de la industria durante años sin que se le suspendieran, revocaran ni denegaran sus habilitaciones, evidencia posibles falencias en los mecanismos de monitoreo y contención psicológica.
Impacto: Revisión de protocolos de apoyo psicológico, reintegración post‑crisis y mejoras en la formación sobre factores humanos.
Fuentes: BEA (2016) · Wikipedia · Alaska Airlines Newsroom · ABC News
Además, estos caso reabren el debate sobre el equilibrio delicado entre la privacidad del profesional aeronáutico y la seguridad operacional. Todos los pilotos, al igual que el resto del personal aeronáutico, estamos obligados a auto reportar cualquier condición de salud mental. Pero este sistema basado en la auto notificación nos enfrenta a un interrogante fundamental: ¿qué tan eficaz es este mecanismo, cuando todavía persiste un estigma importante en torno a los trastornos mentales dentro del ámbito aeronáutico? (y fuera de el)
La Flight Safety Foundation no se detiene en el diagnóstico: propone soluciones. Una de las más relevantes es la incorporación efectiva de la salud mental dentro del Safety Management System (SMS).
Esto implica diseñar políticas claras, confidenciales y justas, que protejan tanto la salud de los tripulantes como la integridad del sistema. No se trata de reducir estándares, sino de crear espacios para la prevención, el acompañamiento y la recuperación. Porque un piloto que atraviesa una crisis y logra superarla no pierde valor profesional: gana perspectiva, humanidad y, muchas veces, una conciencia más precisa de sus propios límites.
La seguridad operacional no es una ecuación puramente técnica.
Es una construcción humana, atravesada por emociones, capacidades cognitivas, contextos organizacionales y decisiones éticas.
Invertir en salud mental no es un gesto voluntarista: es una condición operativa indispensable.
Porque si la mente que evalúa, decide y actúa se ve comprometida, toda la arquitectura de la seguridad operacional pierde solidez.
La aviación, como sistema no puede permitirse ignorar esta dimensión. Integrar la salud mental con el mismo rigor con el que se gestionan las aeronaves y los procedimientos es una necesidad estratégica.
Roberto J. Gómez
rjg@flap152.com
Referencias:
- Poelmans, S. A. Y. (2019). The Brain Balance. NeuroTrainingLab. https://www.neurotraininglab.com/thebrainbalance
- Flight Safety Foundation. (2024, octubre). Pilot mental health: A call to action to improve safety and reduce stigma (Versión 5) [White paper]
- Imagen destacada. OpenAI. (2025). Piloto reflexivo en oficina, con símbolo de equilibrio mental de fondo [Imagen generada por IA]. DALL·E. https://chat.openai.com/
